24 de marzo de 2017

La chica del autobús



No, no es el título de un nuevo bestseller o pageturner; es el título de una mujer que coincide cada mañana conmigo en el mismo autobús. Es curioso, siempre había pensado que la literatura une, hasta que me he dado de bruces con este personaje, que sin quererlo, aparece día tras día como "acompañante" de viaje.

Pongo "acompañante" así, entre comillas, porque me resulta redundante tener una persona al lado que hace justamente lo contrario, es decir, que no acompaña en absoluto. Bien, os voy a hablar de ella. 

Como comentaba al inicio de la entrada, coincidimos en este autobús que yo cojo alguna (o algunas) paradas más lejos de la suya, y siempre que me subo al bus mi ritual es el mismo; sonrío al conductor y le doy el "Egun on" (Buenos días para los que no lo entiendan), y dirijo mi mirada a la chica misteriosa que como yo, viaja leyendo. Lo peculiar no es que no me vea o no me oiga, porque cada día le digo "hola" y cada día me aparta la mirada y su rictus serio y no me responde. Me planteo si es falta de buenos modales. A mi madre me inculcó desde pequeñita que "nunca se le niega el saludo a alguien, aunque te caiga mal", ojo, lo cito tal cual. Puedo entender que estés concentrada en la lectura, que nos pasa a todos, y absortos en ella ni escuchemos ni sintamos lo que hay alrededor. Coñe, ¡pero es que me mira!


Y me da rabia por dos motivos, uno, por girar la cabeza hacia otro lado cual novia de Chuky, y dos, y especialmente este, porque ambas leemos. ¿No es bonito coincidir en esto? Compartir una pasión  tan bonita con alguien aunque sea desconocido. Quizá sea la culpa del romanticismo literario que recorre mis venas, pero yo creo que siento un vínculo con quien revolotee a mi alrededor con un libro entre las manos. Mil veces me he dicho "ya no la saludo más" y otras mil me he preguntado "¿qué estará leyendo?, y al final por una u otra o ambas, la sigo saludando y sigo esperando al menos una sonrisa, un levantamiento de cabeza a modo de "aúpa", un algo que no llega y que me sigue molestando a pesar de no conocernos. Y claro, por otra parte, secuelas de leer principalmente novela negra, me dan ganas de meterle la cabeza entre su libro y el mío, por rancia, seca y maleducada.

En fin, una vez más dirigiré un "zas", a ver si aprendo que la lectura fusiona a dos personas como yo espero y que lo que a priori parece un amago de lazo -imaginario- en realidad esconde un mero postureo. O puede que sea una reflexión rara de alguien que busca el equilibrio y que como véis, de momento no encuentra.